En las profundidades del cañón habitan algunas especies en vías de extinción como el cóndor andino, las vicuñas y las tarucas. El vuelo del cóndor es una de las atracciones del lugar, siendo a veces algo difícil su avistamiento. Sin embargo, cuando ocurre se convierte en un espectáculo maravilloso por la elegancia con la que sobrevuelan estas grandes aves. Es posible verlas volar a nuestro lado, gracias a la altitud de las montañas.El cañón comienza en las estribaciones del Volcán Nevado Solimana hasta la confluencia del río Ocoña y su parte más profunda se ubica en el sector de Ninacocha en la que no faltan hermosas lagunas, aguas termomedicinales, glaciares y una rica diversidad de flora y fauna. Su accidentada geografía convierte al cañón en un lugar perfecto para realizar deportes de aventura como ciclismo de montaña, canotaje, vuelo libre, escalada en roca y treeking.
La catarata de Sipia es otro maravilloso lugar natural dentro del cañón y cuenta con una altura de 150 metros. En los alrededores del valle también es posible encontrar múltiples lugares donde disfrutar de la naturaleza en su máxima expresión. Santo Santo, a 17 kilómetros de Cotahuasi, es un bosque de grandes rocas de curiosas formas erosionadas por el viento y la lluvia, se extiende a lo largo de 5 kilómetros. Un lugar ideal para relajarse luego de la caminata son los Baños Termales de Luicho, también a 17 kilómetros desde Cotahuasi. Sus aguas fluctúan desde los 33°C hasta los 38°C y son altamente recomendadas para pacientes que sufren de enfermedades como la artritis, reumatismo, atrofias musculares y otras dolencias.
Son muchas las razones para visitar tan maravilloso lugar, plagado de naturaleza e impresionantes paisajes enclavado dentro de un país de contrastes como lo es el Perú.
Se piensa que el cañón más profundo del mundo es el Gran Cañón en el
norte de Arizona en los Estados Unidos. Sin embargo, el dueño absoluto
de aquel título se encuentra a muchos kilómetros al sur y se llama el Cañón de Cotahuasi.
Su profundidad es de 3,535 metros contrastando claramente con los 1.600
metros de profundidad del cañón formado por el Río Colorado en los
Estados Unidos.
Arturo Gómez Moreno
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